Puesta en valor de la Sala de Vertebrados Acuáticos

La exhibición está dedicada a las especies actuales que habitan el medio acuático. Presenta ejemplares taxidermizados y montajes especiales de piezas que forman parte de las colecciones históricas.
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Recientemente se realizaron trabajos de limpieza, pintura y reinstalación de algunos ejemplares, junto a la actualización gráfica y la incorporación de una vitrina dedicada a las aves acuáticas, realzan la diversidad de las especies que desarrollan todas o parte de sus funciones vitales en el agua.

Los peces representan más de la mitad de la diversidad de los vertebrados. Presentan especializaciones anatómicas y fisiológicas que les permite cumplir todas sus funciones vitales  -respirar, alimentarse, reproducirse y desplazarse- en ambientes acuáticos. 

En la Sala se exhiben ejemplares de agua dulce como el dorado, sábalo, pirañas, surubí y manguruyú, con valor comercial y deportivo. Asimismo, se pueden ver especies de aguas marinas como el mero, el salmón de mar y el lenguado. Se ilustran prácticas de pesca relacionada a peces de nuestra región, así como especies amenazadas que requieren conservación. Entre estas últimas se encuentra la mojarra desnuda que es endémica de las nacientes del arroyo Valcheta, provincia de Río Negro. Su acotada distribución y su característica piel sin escamas hacen de ésta una especie única.

Además, se exhiben algunas especies de mamíferos, reptiles y aves. Estos grupos, primariamente terrestres, incluyen linajes con adaptaciones secundarias al medio acuático; por ejemplo, las tortugas marinas (reptiles), los pingüinos (aves), los lobos marinos y elefantes marinos (mamíferos) poseen miembros transformados para la natación, y obtienen su alimento del medio marino.  

Los mamíferos del grupo de los cetáceos, como las ballenas, delfines, orcas y cachalotes, constituyen un caso extremo de retorno al medio acuático porque desarrollan prácticamente todas sus funciones vitales en el agua, con la importante excepción de su respiración.

En el centro de la Sala se destaca un enorme cráneo de ballena azul de gran valor histórico para el Museo de la Plata. Se trata de un espécimen varado en las costas de Miramar, provincia de Buenos Aires, en 1897, y descripto por el destacado ictiólogo Fernando Lahille, quien trabajó en el Museo en las primeras décadas de la institución. La ballena azul es un “rorcual”, nombre que en noruego significa “ballena con ranura”, en alusión a los pliegues que se encuentran en la parte inferior de su garganta. Pueden alcanzar 30 metros de longitud y pesar alrededor de 85 toneladas. Su piel es azul-grisácea y posee manchas más pálidas.

A principios del siglo XX la ballena azul estuvo al borde de la extinción debido a la caza indiscriminada con la finalidad de obtener grasa y fabricar aceites, jabón y glicerina. En 1966 la Comisión Ballenera Internacional declaró a la ballena azul como especie protegida, aunque desafortunadamente este año el Estado del Japón reanudó la caza de ballenas. En la actualidad el número de ballenas azules que surcan los mares es de aproximadamente 10.000 a 25.000 ejemplares.

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